TURISMO SOCIAL


 

 INCENTIVANDO EL TURISMO RURAL

 

Jorge Amonzabel LP – 2012

 

Los países de economías controladas, descuidan el incentivo del turismo interno, por fomentar una economía de Estado, que asegure el control de los factores de la producción y evite el crecimiento de las inversiones privadas y foráneas. Esta situación posterga la actividad turística de los habitantes porque la concentración de la administración de gobierno está en evitar que ninguna actividad de empresa de capitales privados alcance un auge que domine parte de un sector o varios sectores.

No es suficiente fomentar el turismo casual de países limítrofes y ocasionalmente proveer fondos para iniciativas comunitarias, cuando éstas no reciben los flujos de turismo que mantengan “vivos” los servicios y la oferta. La relación costo beneficio de los proyectos turísticos emprendidos en áreas rurales o citadinas, no persisten si la estimación de la demanda fue menor a la prevista. Por consiguiente, las iniciativas  privadas no responden a la expectativa del turista, si ésta es aislada. Generalmente el incentivo en el subsector del turismo de un país, debe contar con un plan nacional y local, si una de sus estrategias es disminuir el flujo de turismo externo e incentivar el interno. El gobierno debería emitir disposiciones que den lugar a la población a incluir en sus demandas sociales viajes de recreo vacacionales, intercambios en visitas de ciudades o lugares al interior del territorio, etc.

La mayoría de las medidas que fomentarían el turismo interno, se orientan a mejorar el ingreso de los habitantes, impartir paquetes turísticos con ventajas económicas en tiempos de vacaciones, hacer participar a los gobiernos regionales y locales en el fomento de iniciativas medianas y micro empresariales en hospedaje, gastronomía, recreación; orientados a los pasajeros locales. El turismo rural, el turismo comunitario, son opciones que deben ser “avivados”. La calidad y condiciones de la oferta del turismo rural puede satisfacer al trabajador medio en otorgarle hospedaje barato, una cierta situación de actividades recreativas y educativas, útiles para la vida regular. El sector laboral de la población tiene que ser educada en el turismo social y, orientar su incentivo con el turismo rural. El ciclo alimentará la dinámica que requieren las iniciativas locales productivas con el descanso de la población económicamente activa.

Cuando se iniciaron los emprendimientos en infraestructura y servicio denominados turismo comunitario, el pensamiento moderador, en algún caso equivocado; fue de cautivar turistas foráneos y, aprovechar las alianzas con operadores internacionales y agencias locales, para asegurar la llegada de pasajeros que consuman los servicios durante todo el año. De esta manera, satisfacer las necesidades de quienes prestan los servicios. Sin embargo, la experiencia de algunos proyectos de turismo rural y comunitario, demuestra que no siempre los flujos de visitantes del exterior son regulares y sobre todo en países donde los gobiernos controlan la economía o evitan la iniciativa privada.

Se hace necesaria una política de la administración de gobierno, que acompañe totalmente a los emprendimientos del turismo y, asegure una demanda local, a través del incentivo a la clase trabajadora de utilizar los servicios locales en sus vacaciones y fechas libres. Un turismo social, que cautive a los jubilados, trabajadores dependientes y población familiar; tiene mayores brillos de progresar junto al turismo rural. Las iniciativas gubernamentales o privadas locales requieren de una  planificación, como todos los sectores de la economía.

 

 

 

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